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Segundo BarRi, ahora en Casanova

Segundo BarRi, ahora en Casanova

Debido al gran éxito de público que ha tenido el local de Sarrià, su propietario Guillermo Barri ha decido abrir un segundo local en la calle Casanova, entre Diagonal y Travesera de Gràcia. A pesar de ser una zona con bastantes restaurantes ellos han creado la fórmula para ser referencia restauradora del lugar, tanto por oferta como por horario ya que estará abierto el fin de semana.

Concretamente están ubicados en el antiguo restaurante Mil921, una vez restaurado el BarRi Diagonal se ha convertido en un lugar muy acogedor con sus tonos azules y blancos y una carta de temporada para cualquier momento del día “una oferta para hacer barrio, para el desayuno, la comida, el afterwork o la cena, para que repitas sin repetir, para sentirte en casa”, palabras de Guillermo Barri que muy convencido dice que si lo ha conseguido en Sarrià, “por qué no en Diagonal. El reto de hacer comunidad se magnifica en esta zona. Abrimos todos los días; aceptamos el desafío”.

Siendo el mismo restaurante, la carta y las propuestas son iguales que las del otra local, destacando el mediodía con una fórmula especial. Los platos para picar y compartir siguen rotando, pero una selección que no aparece en carta nutre esa franja con precio cerrado para quien prefiera guía. “Queremos hacer barri también en las comidas, y que los de la zona descubran platillos diferentes cada día”. El chef de BarRi, Alejandro Loaiza, tras su paso por Alkimia, El Celler de Can Roca y Spoonik, ha encontrado otra manera de dar rienda suelta a su imaginación. Propone y prueba; el cliente juzga y sitúa.

“Es un restaurante de barrio que se preocupa por la salud y por el gusto, de los clientes y de los productos”. Lo que desean presentar es producto y técnica, sin excesos pero sin defectos, teniendo muy en cuenta las presentaciones que son cuidadas y con propuestas caseras, que lleven productos de proximidad y de temporada.

En la época invernal apetece platos catalanes de cuchareo, propuestas más saludables pero sin resignarse al sabor. La carta cambia por temporada pero sigue por principios. Ahora, el Serranito que triunfó en Sarrià ha mudado hacia un mini de secreto ibérico confitado y mojo picón, y lo que eran platillos aplaudidos del día pasan con giro a platos o propuestas fijas por petición de público y propuesta del chef. Sopa minestrone de la “nonna” italiana; mongetes de Santa Pau con salsa verde y almejas; guiso de habas con butifarra negra y bacalao; magret de pato con crema de boniato y toques de café, o verduras con las que Loaiza juega para rotar y sorprender. Las tapas y platos del día, no obstante, siguen presidiendo la oferta y cambian con intención y volatilidad de título. Gírgola con huevo frito y jamón o sepia con patatas. Proximidad, tradición entendida y temporalidad. Versatilidad de una propuesta que apuesta con fundamento.

El local está dividido en múltiples espacios, disponen de terraza que esta resguardada del tráfico, un comedor en la entrada, con enormes ventanales que le dan luz al lugar, pequeñas mesas que están en el pasillo hacia una cocina con vistas a la penúltima sala, la que da al patio para prolongar la velada. En este lugar se encuentra la parte trasera de un Rolls-Royce de azul corporativo para sentarse y soñar, pero sólo para dos. Ahora que llega el buen tiempo, el patio entrará en la sala para que el chill-out crezca, convirtiéndose en un lugar acogedor, rodeado de ladrillo visto y madera.

Lo que le diferencia de otros locales es la fórmula mediodía. A un precio razonable se puede degustar dos platos y postre, que no están en la carta; Botellas Magnum, las referencias de vino siguen rotando y son demandables y las sirven en cuatro formatos: copa, decantador, botella y Magnum, en este último caso para comidas de grupo; Brunchs dominicales, con una base común a base de bebidas frías y calientes, pastas variadas y tostadas con mermelada, BarRi ofrece dos tipos de brunch, por una parte más salado, con un bocadillo de embutido a elegir, o más tradicional, con una selección de huevos al gusto; y en el pasillo, hay tres grifos que engañan al comensal ya que lo lógico es pensar que es cerveza, pues no!!. Son surtidores de agua que el local ha creado para su clientela: natural, con gas y fría.

Es un restaurante de barrio, pero cuando entras descubres otro mundo y contemplas curiosidades que son de un lugar distinto, te das cuenta que has elegido un bar-restaurante con clase, modernidad y sabor mediterráneo.

Montse Carreño, Febrero-2017

  • FEBRERO2017 Segundo BarRi, ahora en calle Casanova. Foto: Aoi Vicedomini.
  • FEBRERO2017 Segundo BarRi, ahora en calle Casanova. Foto: Aoi Vicedomini.
  • FEBRERO2017 Segundo BarRi, ahora en calle Casanova. Foto: Aoi Vicedomini.
  • FEBRERO2017 Segundo BarRi, ahora en calle Casanova. Foto: Aoi Vicedomini.
  • FEBRERO2017 Segundo BarRi, ahora en calle Casanova. Foto: Aoi Vicedomini.
  • FEBRERO2017 Segundo BarRi, ahora en calle Casanova. Foto: Aoi Vicedomini.
  • FEBRERO2017 Segundo BarRi, ahora en calle Casanova. Foto: Aoi Vicedomini.
  • FEBRERO2017 Segundo BarRi, ahora en calle Casanova. Foto: Aoi Vicedomini.
  • FEBRERO2017 Segundo BarRi, ahora en calle Casanova. Foto: Aoi Vicedomini.
  • FEBRERO2017 Segundo BarRi, ahora en calle Casanova. Foto: Aoi Vicedomini.
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